Muchas personas piensan que ésta es una profesión de fácil práctica y estiman que la actividad se reduce a poner en conlacio al dueño de una propiedad con un comprador, firmar unas escrituras y cobrar una sustanciosa comisión, dedicándole pocas horas a este trabajo. Realmente, muchas personas se meten en el negocio de Bienes Raíces con este pensamiento.
¡Qué lejos de la realidad están los que así piensan! Por eso es que muchos entran en este negocio pero pocos se quedan y se mantienen en él. Esta es una de las profesiones más sacrificadas que existen, que exigen más constancia, más optimismo, más fé en uno mismo, más dedicación, más horas de labor, más coraje, más preparación académica y más fortaleza de espíritu para aguantar dificultades, frustraciones, desiluciones e ingratitudes.
Como lo indica el nombre de nuestra profesión, somos verdaderos corredores, nos pasamos la vida pendiente del reloj, con el pie en el acelerador, con el oído en el teléfono y hablando sin parar, argumentando, dialogando, ofreciendo, negociando y tratando de cerrar venta.
Casi todas las profesiones tienen sus limitadas horas de labor, donde se trabaja con un horario que se impone el profesional, de 8:30 am a 5:30 pm, por ejemplo. Los corredores de Bienes Raíces de éxito no tienen horario fijo, ni límite de horas. Tienen que trabajar a expensas del horario y conveniencia del cliente, en los momentos y horas en que el cliente esté disponible y, sobre todo, no cansarse y saber esperar, dar seguimiento a un negocio iniciado e insistir mucho.
La profesión de corredor de Bienes Raíces es una verdadera carrera de por vida, si se quiere vivir decorosamente de ella. Sólo comienza, en forma incipiente, cuando se estudia, se coge un curso preparatorio, se aprueba el examen y se logra la licencia de corredor de Bienes Raíces. De ahí en adelante, empieza la verdadera odisea que es la práctica de la profesión, llena de contínuo esfuerzo, tensiones y luchas, por lo cual a mucha gente se le doblan las rodillas, se dan por vencidos y no se mantienen en la profesión, que es lo más difícil de ella.
Para tener éxito espiritual, comercial y lograr mantenerse en la profesión de corredor de la propiedad inmobiliaria, es indispensable antes que nada tener un compromiso con uno mismo de no dejarse vencer, un compromiso con la comunidad de servirle a través de nuestro servicio y una gran fe en Dios y en uno mismo.
No es fácil depender exclusivamente de comisiones, de la producción personal, de la labor diaria y de la venta realizada. Ver a veces cómo se nos escapa un negocio que hemos trabajado intensamente por largo tiempo, o cuando un cliente a quien hemos dado todo nuestro servicio, al que hemos complacido y atendido, se nos va de repente con un competidor. Como somos humanos, puede esta situación afectarnos, pero el corredor de éxito persistirá con optimismo y tomará el revés como una experiencia de la cual debemos aprender una lección.
No obstante todas las dificultades, los que nos hemos quedado de por vida como Realtors sentimos muchas satisfacciones y alegrías y compensaciones sentimentales y económicas. No hay emoción más profunda en un verdadero vendedor que cuando cierra una venta. Esta culminación representa una ilusión hecha realidad, que llena de alegría. Difícil es explicar nuestro júbilo cuando encontramos el hogar apropiado para una familia necesitada de vivienda y esta familia vive feliz en la misma.
Naturalmente, el éxito económico que obtienen los que muchísimo trabajan, los que no se dan por vencidos, los que se superan educacionalmente y mantienen el entusiasmo, es también un tremendo estímulo, un gran aliciente, pues se pueden lograr magníficos ingresos en esta profesión y vivir holgadamente.
El corredor de éxito no es solamente el que más gana comisiones: es aquel que tiene muy presente el espíritu de servicio al cliente, que atiende con esmero tanto al vendedor como al comprador, que es buen compañero y ayuda a los demás, que acepta responsabilidades, retos, que consulta con sus superiores, está dispuesto siempre a aprender más de su profesión, que escucha, que es un optimista tenaz y, como virtud esencial, es un cerrador de negocios y no un charlatán. (Fuente:deguate.com)
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